jueves, 23 de julio de 2015


Resumen el gigante Egoísta 
Autor: Oscar Wilde

Todas las tardes, al salir de la escuela, los niños 
jugaban en el jardín de un gran castillo 
deshabitado.Una tarde, estaban jugando al escondite 
cuando oyeron una voz muy fuerte. 
­¿Qué hacen en mi jardín? 
Los niños huyeron 
En la gran puerta de hierro que daba entrada al jardín 
el gigante colgó un cartel que decía PROPIEDAD 
PRIVADA,” Prohibido el paso”. 
Cuando llegó el invierno, la nieve cubrió el suelo con 
una espesa capa blanca y la escarcha pintó de plata 
los árboles. El viento del norte silbaba alrededor del 
castillo del gigante y el granizo golpeaba los cristales​
Cómo deseo que llegue la primavera! ­suspiró 
acurrucado junto al fuego. 
Por fin, la primavera llegó. La nieve y la escarcha 
desaparecieron y las flores tiñeron de colores la 
tierra. Los árboles se llenaron de brotes y los pájaros 
esparcieron sus canciones por los campos, excepto 
en el jardín del gigante. Allí la nieve y la escarcha 
seguían helando las ramas desnudas de los árboles. 
Una mañana en cada árbol se hallaba subido un niño. 
Habían entrado al jardín por un agujero del muro y la 
primavera los había seguido. Un solo niño no había 
conseguido subir a ningún árbol y lloraba 
amargamente porque era demasiado pequeño y no 
llegaba ni siquiera a la rama más baja del árbol más 
pequeño. 
El gigante sintió compasión por el niño. ­¡Qué egoísta he sido!
Ahora comprendo por qué la 
primavera no quería venir a mi jardín. Derribaré el 
muro y lo convertiré en un parque para disfrute de los 
niños. Pero antes debo ayudar a ese pequeño a subir 
al árbol. 
El gigante bajó las escaleras y entró en su jardín, pero 
cuando los niños lo vieron se asustaron tanto que 
volvieron a escaparse. Sólo quedó el pequeño, que 
tenía los ojos llenos de lágrimas y no pudo ver 
acercarse al gigante. Mientras el invierno volvía al 
jardín, el gigante tomó al niño en brazos. 
­No llores ­murmuró con dulzura, colocando al 
pequeño en el árbol más próximo. 
Cuando los demás niños comprobaron que el gigante 
se había vuelto bueno y amable, regresaron corriendo 
al jardín por el agujero del muro y la primavera entró 
con ellos. El gigante reía feliz y tomaba parte en sus 
juegos, que sólo interrumpía para ir derribando el 
muro con un mazo. Al atardecer, se dio cuenta de que 
hacía rato que no veía al pequeño. 
¿Dónde está vuestro amiguito? ­preguntó ansioso. 
Pero los niños no lo sabían. Todos los días, al salir de 
la escuela, los niños iban a jugar al hermoso jardín del 
gigante. Y todos los días el gigante les hacía la misma 
pregunta: ­¿Ha venido hoy el pequeño? También 
todos los días, recibía la misma respuesta: 
­No sabemos dónde encontrarlo. La única vez que lo 
vimos fue el día en que derribaste el muro. 
El gigante se sentía muy triste, porque quería mucho 
al pequeño. Sólo lo alegraba el ver jugar a los demás 
niños. 
Los años pasaron y el gigante se hizo viejo. Llegó un 
momento en que ya no pudo jugar con los niños. 
Una mañana de invierno estaba asomado a la 
ventana de su dormitorio, cuando de pronto vio un 
árbol precioso en un rincón del jardín. Las ramas 
doradas estaban cubiertas de delicadas flores 
blancas y de frutos plateados, y debajo del árbol se 
hallaba el pequeño. 
­¡Por fin ha vuelto! ­exclamó el gigante, lleno de 
alegría. 
Olvidándose de que tenía las piernas muy débiles, 
corrió escaleras abajo y atravesó el jardín. Pero al 
llegar junto al pequeño enrojeció de cólera. 
­¿Quién te ha hecho daño? ¡Tienes señales de clavos 
en las manos y en los pies! Por muy viejo y débil que 
esté, mataré a las personas que te hayan hecho esto. 
Entonces el niño sonrió dulcemente y le dijo: ­Calma.
 No te enfades y ven conmigo. 
­¿Quién eres? ­susurró el gigante, cayendo de 
rodillas. 
Hace mucho tiempo me dejaste Jugar en tu jardín 
­respondió el niño. Ahora quiero que vengas a jugar al 
mío, que se llama Paraíso. 
Esa tarde, cuando los niños entraron en el jardín para 
jugar con la nieve, encontraron al gigante muerto, 
pacíficamente recostado en un árbol, todo cubierto de 
flores blancas. 



Reflexión


Este cuento me hace reflexionar sobre la forma en la que se comporta el gigante  "egoista", creo que esto lo lleva a estar solo y por lo tanto muy triste al ver como su jardín se va secando y la primavera no quiere entrar en el, el gigante se da cuenta que no puede permanecer así y deja que todos los niños entren a jugar al jardín lo que le trae mucha alegría y un jardín floreciente, ahora los niños lo quieren y ya no le temen.
En esta pequeña obra desde mi punto de vista se habla sobre algunos sentimientos humanos (egoismo, enojo, tristeza, alegria, etc) y el como una persona puede llegar a reflexionar al ver lo que sucede derivado de sus acciones.    





Fuentes de consulta: Edición Agosto del 202.reproducido impreso por grupo editorial Tomo. Recuperado El fantasma de Canterville y otros cuentos. Autor Oscar Wilde.











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